Juan Manuel Parrado, secretario general de la Confederación de Empresarios de Ceuta.
Ceuta, al igual que le ocurre a nuestra ciudad hermana de Melilla, presenta una distorsión en la estructura económica del mapa autonómico de España. Las razones por las que esta ciudad lidera las tasas de paro son parcialmente explicables por su propias características geográficas y sociales, pero sólo parcialmente. Existen datos, como que Ceuta esté a la cabeza de la destrucción de empleo autónomo de España, que presente el menor crecimiento económico en datos de PIB de todo el país o que esté a la cola en cuanto a la creación de empresas, que nos indican que existen problemas de fondo.
En Ceuta casi la mitad de los empleados pertenecen al sector público, ya sea estatal o local. Esto nos da una pista sobre qué tipo de actividad económica se desarrolla en la ciudad y, lo que es más importante, sobre el empleo y el valor añadido que generamos.
Existe un antiguo debate entre economistas sobre si el sector público genera o no riqueza a través del gasto público, si la inversión pública también es factor de crecimiento o si sólo es el sector privado el que lo hace. El empleo privado es sinónimo de generación de valor añadido, de actividad económica y de ingresos impositivos para las arcas públicas. El empleo público es sinónimo, en teoría, de gasto destinado a la cobertura de servicios públicos necesarios para mantener nuestro estado de bienestar. Realmente es un debate estéril que siempre nos conduce a la misma conclusión, la de que el gasto público debe ser sufragado mediante ingresos de la actividad privada. Pero en esta ciudad el gasto público no se sostiene con los recursos de su actividad económica, sino con las transferencias del Estado. Y quizás esa es la cuestión que de verdad importa y la cuestión que nos debería importar. ¿Se dan las condiciones para que las empresas de Ceuta despeguen económicamente y sean generadoras de empleo y riqueza?
Ceuta lleva en su ADN el de ciudad de oportunidades, por muchas razones. A nadie se le escapa, sin necesidad de ser economista o empresario, de dónde procede el verdadero potencial económico de Ceuta. Su ubicación privilegiada en cuanto a puerto de entrada al continente y punto estratégico en el Estrecho es una cualidad que le sirvió para que hace tres mil años se produjeran los primeros asentamientos fenicios con origen en el intercambio comercial. Hoy en día una cuarta parte de las empresas de Ceuta siguen siendo comerciales, algo que supone casi un 40 % más que la media española. Pero esto no es suficiente.
Precisamente porque esto no es suficiente, se ha procurado desarrollar un régimen económico fiscal especial adaptado a nuestras particularidades. Sin embargo este régimen por sí solo no consigue ser aliciente para conseguir una atracción empresarial significativa, sino sólo para facilitar las condiciones de supervivencia de los ciudadanos y empresas ya establecidas. Y esto sigue sin ser suficiente para nuestro despegue empresarial.
El sector empresarial de Ceuta se enfrenta desde hace décadas a una constante reinvención. Esta evolución nos ha llevado a una situación en la que las condiciones de supervivencia y desarrollo de nuestras empresas dependen de una serie de factores que trascienden las cuestiones geofísicas. Hoy en día el futuro del sector empresarial está en manos de la toma de decisiones políticas, tanto nacionales como comunitarias y extracomunitarias.
¿Cuáles son los frenos a nuestra actividad económica? ¿Por qué Ceuta no despunta en su desarrollo empresarial y cada vez más el sector público ensombrece parcelas de actividad que deberían ser privadas?
En primer lugar, el hecho fronterizo es un elemento de incertidumbre que genera vaivenes en la actividad y en las perspectivas de desarrollo empresarial. Las ciudades fronterizas son tradicionalmente ciudades ricas, zonas de tránsito turístico, llenas de posibilidades de intercambio comercial. Pero esas posibilidades requieren de una estructura normativa que genere seguridad jurídica en las transacciones. Las empresas huyen de la inseguridad jurídica y de los escenarios de incertidumbre. Mientras no exista una normalización en cuanto a la existencia o no de una aduana comercial, sobre el tránsito de personas y sobre la aplicación efectiva de un régimen de viajeros, esa incertidumbre supondrá un lastre en vez de una oportunidad.
En segundo lugar, dado que Ceuta no pertenece a la Unión Aduanera y cualquier movimiento de mercancías está sometido a un régimen de importación y exportación, necesitamos tener un marco normativo aduanero actualizado que agilice los trámites burocráticos y minimice las trabas. Del mismo modo, Ceuta también necesita desarrollar acuerdos preferenciales con el resto de la Unión Europea para que la mercancía con origen o destino Ceuta tenga un tratamiento beneficioso o, al menos, tan beneficioso como otros terceros países que ya cuentan con dichos acuerdos.
En tercer lugar, el coste del transporte es un problema que debe ser afrontado como iniciativa política de manera coordinada. Durante los últimos meses se ha avanzado en la bonificación al transporte de mercancías, pero se debe ir más allá y poner sobre la mesa la necesidad de un coste de transporte para pasajeros no residentes asumible como parte de la singularidad de Ceuta. Al igual que existe una red de autopistas y de carreteras nacionales sufragadas por el Estado que garantiza la libre circulación por todo el territorio nacional, se debe entender que el Estrecho es nuestra autopista. Una ciudad sin visitantes, una ciudad sin turismo, una ciudad con desplazamientos limitados por un coste inasumible para el no residente es una ciudad limitada en su crecimiento.
Por último, es necesaria una aplicación efectiva de las iniciativas y anuncios de carácter político. A finales de 2022 se anunció y presentó por parte del Gobierno de España una batería de inversiones y buenas intenciones para el desarrollo de Ceuta bajo la denominación de “Plan Integral de desarrollo socioeconómico de la Ciudad de Ceuta”. Esta y otras iniciativas que se han anunciado en años anteriores deben ir acompañadas de un seguimiento y de un control de ejecución. De otro modo, lo que se anuncia como una gran oportunidad para nuestro desarrollo económico, podría quedarse en promesas sin ningún tipo de incidencia en nuestra actividad empresarial.
Es fácil caer en la autocomplaciente percepción de que Ceuta tiene seguridad económica que nos proporciona el Estado. También es frecuente encontrar la opinión, emitida desde esa falsa seguridad, de que las barreras que nos constriñen son infranqueables. Esas opiniones son erróneas.
Apostar por el futuro de nuestras empresas es apostar por un futuro sin hipotecas. Y para ello la capacidad de emprendimiento no es suficiente. Se requiere establecer condiciones adecuadas, seguir mejorando los incentivos, mejorar el sistema impositivo, buscar soluciones a los costes de movilidad y transporte, diseñar marcos jurídicos adecuados a nuestras necesidades y, sobre todo, entender que el bienestar de una sociedad pasa por su desarrollo económico y empresarial.
“Un barco está seguro en el puerto, pero para eso no son los barcos.”
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